30 de julio de 2016

CUESTIÓN DE HIGIENE



Transición
Hablar de democracia donde la hay es una pérdida de tiempo, no es necesario hacerlo. Sin embargo cuando en un país supuestamente democrático no se deja de hablar de democracia e incluso se cuestiona su pureza, es lógico pensar que la democracia es insuficiente o al menos está siendo pervertida. En España ni un solo día desde 1978 se ha dejado de poner el solfa nuestro sistema democrático. 

En España la democracia nos llegó vía inseminación artificial, a las ansias de libertad se les inocularon los genes monárquicos que la dictadura había conservado cuidadosamente, garantizando así que los privilegios de los actores del franquismo perdurasen en el tiempo. Hasta tal punto se engañó a los ciudadanos que la inmensa mayoría de ellos pensaron y piensan que la monarquía es el principal sostén de nuestro sistema. Muchos son los que olvidan, o desconocen, que Juan Carlos I llegó al trono tan solo dos días después de la muerte del dictador, y fue así por expreso deseo del fallecido. Inmediatamente se aprobó, sin estar aún redactada la Constitución, la Ley de Amnistía. Misión cumplida, el franquismo estaba ya socializado y además libre de cualquier responsabilidad.

Aleluya!!!.  Ya estamos en democracia. Los franquistas siguieron haciendo negocio y los dirigentes socialistas pronto se apuntaron al festín....y así seguimos a pesar de haber pasado más de 40 años. Ostentar el poder sigue siendo una monumental fuente de ingresos para los partidos que lo disfrutan, Si en la dictadura la corrupción era consustancial al sistema, ahora, en democracia lo sigue siendo, digan lo que digan tanto el PSOE como el PP, basta con repasar las hemerotecas desde 1976. El número de casos de corrupción es mareante y cada día aumenta.

La separación de poderes es únicamente testimonial. La Justicia está maniatada por el poder y por la escasez de medios que tiene asignados para poder desarrollar su labor eficazmente, especialmente en aquellos casos en los que el poder está directa o indirectamente implicado.

Unamos a lo anterior las políticas que el PP ha venido desarrollando desde 2011, unamos los cientos de decretos-ley emanados del Gobierno y aprobados por el rodillo parlamentario de la mayoría absoluta de Rajoy. Una autentica perversión del sistema parlamentario.

Pues bien, a pesar de todo el Partido Popular ha sido el más votado en las tres últimas convocatorias de elecciones generales...y con toda seguridad lo será en el caso de convocarse nuevas elecciones si finalmente no se constituye Gobierno.

Los votantes del PP aceptan lo que Rajoy ha hecho y lo que promete hacer, no tenemos más remedio que aceptar los resultados y sufrir sus consecuencias. Esos votantes, sin duda, desde su anonimato son corresponsables de lo que el Partido Popular nos traiga. Una corresponsabilidad por la que nunca se les podrá exigir nada, menos aún, si cabe, una vez que el Jefe del Estado ha propuesto para formar gobierno al partido más corrupto de la reciente historia de España. Un Jefe de Estado, el Rey, al que tampoco se le podrá nunca exigir ninguna responsabilidad, el Art.56.3 de la CE del 78 así lo establece. Hasta el acto de la propuesta de candidato a la presidencia del Gobierno que el Rey lleva a cabo ha de ser refrendado, en este caso por la Presidencia del Congreso (Art.64.1).

Un nombramiento y un refrendo que se acaban de producir, pero que el candidato Rajoy no está dispuesto a acatar con plenitud, o al menos esa es la impresión que a todos nos da una vez oídas sus declaraciones después de haber sido nominado por el Rey con el refrendo de la tercera autoridad del país.

Si la democracia en España estába puesta en duda, más aún lo está hoy, cuando los intereses personales de Rajoy provocan que se ponga en duda la solvencia de las decisiones del Rey, del Presidente del Congreso y hasta la propia Constitución, (Art.99).

En una democracia sería y madura, las recientes declaraciones de Rajoy habrían provocado la inmediata reacción de la Jefatura del Estado y de la Presidencia del Congreso, aquí no pasa nada...y si acaso pasa algo es la puesta en acción de sesudos juristas a la busca y captura de cualquier resquicio o interpretación legal que permita a Rajoy no cumplir con su obligación, aunque ello suponga la puesta en evidencia de la función del Rey, del Congreso y de la Constitución. Como digo, en cualquier democracia europea consolidada, Rajoy habría sido relevado de todos sus cargos oficiales y eliminado fulminantemente de la terna de candidatos a la presidencia del Gobierno, tanto por su actuación en contra de la Constitución como por higiene democrática. No olvidemos aquí que los españoles no han elegido a Rajoy como posible candidato a la presidencia del gobierno, lo ha hecho única y exclusivamente el partido al que pertenece y dirige, y ha sido el Rey quién ha puesto la guinda en ese pastel.

Corrupción a todos los niveles, causas judiciales innumerables e interminables, mal gobierno, leyes contra las capas más desfavorecidas de la sociedad, rodillo parlamentario sistemático y miles de etcéteras deberían ser suficientes para que Rajoy y el PP estuvieran privados de la posibilidad de formar gobierno. El Rey lo debería haber tenido en cuenta a la hora de proponer a Rajoy como candidato a ser investido presidente, más aún sabiendo que Rajoy no cuenta prácticamente con ningún apoyo parlamentario. El Rey debería haber excluido a Rajoy, aunque no fuese más que por higiene democrática....que no es poco.

Por otro lado, y sin darse cuenta, Rajoy con su actitud, cuestionando las decisiones reales desde la presidencia del Gobierno, ha dado un pequeño empujón hacia adelante a las aspiraciones de los republicanos españoles.


Benito Sacaluga.




18 de julio de 2016

18 JULIO 1936: EL PUEBLO CONTRA EL GOLPE




Octavio Paz
El golpe de estado y el posterior alzamiento militar que tuvo lugar en España del 18 de julio de 1936, se vio, interpretó y condenó de forma unánime desde todas las naciones libres y democráticas.

Reproduzco a continuación parte del discurso pronunciado por Octavio Paz en París, el 19 de julio de 1951, compartiendo tribuna con Albert Camus y en el que a modo de colofón se leyeron varios poemas de Antonio Machado.

“La fecha que hoy reúne a los amigos de los pueblos hispánicos preside, como un astro fijo, la vida de mi generación, luz y sangre. Así permitidme que recuerde lo que fue para mí, y para muchos hombres de  mi edad, el 19 de julio de 1936. Nada más distinto que tener veinte años en 1951 que haberlos tenido en 1936. En aquella época todo nos parecía claro y neto. No era difícil escoger. Bastaba con abrir los ojos : de un lado, el viejo mundo de la violencia y la mentira con sus símbolos : el casco, la cruz,.....; del otro, un rostro de hombre, alucinante a fuerza de esculpida verdad, un pecho desnudo y sin insignias. Un rostro, miles de rostros y pechos y puños. El 19 de julio de 1936 el pueblo español apareció en la historia como una milagrosa explosión de salud. La imagen no podía ser más pura : el pueblo en armas y todavía sin uniforme. Algo tan increíble e inaudito y , al mismo tiempo, tan evidente como la súbita irrupción de la primavera en un desierto. Como la marcha triunfal del incendio. El pueblo – vulnerable y mortal -, pero seguro de si y de la vida, La muerte había sido vencida. Se podía morir porque morir era dar vida. Cuerpo mortal : cuerpo inmortal. Durante unos meses vertiginosos las palabras, gangrenadas desde hacía siglos, volvieron a brillar, intactas, duras, sin dobleces. Los viejos vocablos – bien y mal, justo e injusto, traición y lealtad – habían arrojado al fin sus disfraces históricos. Sabíamos cual era el significado de cada uno, tanta era nuestra certidumbre que casi podíamos palpar el contenido, hoy inasible, de palabras como libertad y pueblo, esperanza y revolución. El 19 de julio de 1936 los obreros y campesinos españoles devolvieron al mundo el sabor solar de la palabra fraternidad. Desde México veíamos arder la misma hoguera. Y las llamas nos parecían un signo: el hombre tomaba posesión de su herencia. El hombre empezaba a reconquistar al hombre.
El rasgo original del 19 de julio reside en la espontaneidad fulminante con que se produjo la respuesta popular. La sublevación militar había dislocado toda la estructura del Estado español. Despojado de sus medios naturales de defensa – el ejercito y la policía – el gobierno se convirtió en un simple fantasma : el del orden jurídico frente a la rebelión de una realidad que la República se había obstinado en ignorar. El gobierno no tenía nada que oponer a sus enemigos. Y en este momento aparece un personaje que nadie había invitado : el pueblo. La violencia de su irrupción y la rapidez con que se apoderó de la escena no solo sorprendió a sus adversarios sino también a sus dirigentes. Las organizaciones populares, los sindicatos, los partidos y eso que la jerga política llama el “aparato” fueron desbordados por la marea. En lugar de que otros, en su nombre y con su sangre, hicieran la historia, el pueblo español se puso a hacerla, directamente, con sus manos y su instinto creador. Desapareció el coro : todos habían conquistado el rango de héroes. En unas cuantas horas volaron en añicos muchos esquemas intelectuales y mostraron su verdadera faz esas teorías, más o menos maquiavélicas y jesuiticas, acerca de la “técnica del golpe de estado” y la “ciencia de  la revolución”. De nuevo la historia reveló que poseía más imaginación y recursos que las filosofías que pretenden encerrarla en sus prisiones dialécticas. Lo que ocurrió en España el 19 de julio de 1936 fue algo que después no se ha visto en Europa  : el pueblo, sin jefes, representantes e intermediarios, asumió el poder. No es este el momento de relatar como lo perdió, en doble batalla.”


 Benito Sacaluga


13 de julio de 2016

RAJOY NO ES GARY COOPER



El Gobierno lleva en funciones más de 200 días y vamos para 300. A la interinidad de Rajoy dos elecciones generales la contemplan, acompañadas de una negativa a intentar formar Gobierno. Aún más, conociendo a Rajoy, no cabe descartar la posibilidad de que nuevamente le diga no al Jefe del Estado. Sus declaraciones de hoy, después de reunirse con Sánchez, confirman que es más que probable que no se someta a la investidura si el PSOE no le garantiza su apoyo.

Hoy por hoy, Rajoy se encuentra solo en el Parlamento, nadie quiere hablar con él y menos aún pactar su investidura. Me imagino que Mariano estará en palacio, cómodamente sentado, viendo una y otra vez esa gran película de Fred Zinnemann, "Solo ante el peligro" en la que el tiempo pasa lentamente mientras que Will Kane espera que los ciudadanos de Hadleyville se decidan a ayudarle en su enfrentamiento con los malos.

(1) Kane (Gary Cooper) espera. Y cuanto más espera mayor es la tensión. Y cuanto mayor es la tensión mayor su soledad. Y cuanto mayor es su soledad mayor es su temor. 

Lo cierto es que al final Kane se queda solo ante los malos, ningún ciudadano le quiere ayudar, pero el irrepetible sheriff  no duda en enfrentarse con el mal y acaba victorioso. Lo malo de Rajoy es, entre otras cosas, que no dispone ni de la valentía ni del sentido de la responsabilidad del personaje encarnado por Cooper, y por tanto en su retorcida mente ya habrá cambiado el argumento de la película, convirtiendo su final en un apoyo incondicional de la ciudadanía, que armada hasta los dientes se enfrentan a los malos sin necesidad de que Rajoy tan siquiera se levante de su cómodo sillón presidencial.

Si, así esta Rajoy desde el 20D, esperando a que el PSOE le coloque su chapa de sheriff, sabe que es su única opción y piensa que el PSOE, con  tal de no parecerse a los ciudadanos de Hadleyville y evitar ser tachado como único culpable de la repetición, otra vez, de las elecciones colaborará para que Rajoy pueda ser presidente.  El PSOE sabrá, digo yo, lo que tiene que hacer. La verdad es que solo le quedan dos opciones, una de ellas sería la de vestirse de salvapatrias y permitir con los votos obtenidos que Rajoy gobierne, la otra, la buena, sería respetar a sus votantes y a la izquierda política y seguir luchando para que el Partido Popular se aleje cuanto antes del Gobierno, aliados no le van a faltar.

Volviendo a "Solo ante el peligro" (High Noon) aclarar que, ateniéndonos al guión de la película, Rajoy está en las antípodas de su protagonista. Según el guionista de la cinta Carl Foreman, la historia es un reflejo de la soledad en que se encontró cuando tuvo que declarar ante el Comité Parlamentario sobre Actividades Antiamericanas, en el marco de las incontables acusaciones infundadas, denuncias y listas negras contra miles de personas sospechosas de ser comunistas que el senador Joseph McCarthy llevó a cabo en USA a mediados de los años 50. Algo así como lo que el PP y sus amigos, junto con el PSOE,  han hecho con Pablo Iglesias y Cia. desde las ultimas elecciones al Parlamento Europeo. Una "caza de brujas" a la española por motivos ideológicos, que al igual que la llevada a cabo en USA es contraria a sus respectivas Constituciones. Conviene tener cuidado con estas cazas de brujas, finalmente el feroz anticomunismo de McCarthy no fue soportado ni por los yankis.... y le llevó a la ruina política.

Benito Sacaluga



(1) Frase tomada de Filmaffinity

7 de julio de 2016

LA QUINTA COLUMNA Y FELIPE GONZALEZ






La expresión "Quinta Columna", nacida durante la guerra civil española, es atribuida por unos a Mola y por otros al General Varela. Se utiliza desde 1936 para denominar en tiempos de conflicto bélico a los sectores de la población que mantienen lealtad hacia el bando enemigo, colaborando con este desde la clandestinidad e infiltrados en el ejercito que defiende la zona o el país. Se trata pues de un conglomerado de personas desleales a la comunidad donde residen, colaboracionistas de muy diversas formas con el enemigo.

En la Segunda Guerra Mundial la expresión se siguió utilizando, en este caso la Quinta Columna estaba formada por aquellos franceses, centro-europeos,etc...,que deseaban el triunfo de la invasión de sus países por la fuerzas nazis y a tal efecto colaboraban de diversas formas con el III Reich.

Hoy no estamos en guerra, pero después de leer el último artículo publicado por Felipe Gonzalez en el diario El Pais, no se la razón, pero me ha venido la expresión a la cabeza. De su lectura deduzco, compruebo, que Felipe tiene decidida la rendición y así se lo hace saber al PSOE. Un artículo a cuya publicación en prensa no le veo demasiado sentido, más bien ninguno. Unas reflexiones que Felipe debería haber limitado al ámbito de su partido. Quizás es que en Ferraz no le hacen mucho caso y Felipe ha querido aliviar su complejo de jarrón chino, escribiendo en ese periodico donde tan bien le tratan.

Nos dice Felipe "...Tras las elecciones del 26 de junio, todos los responsables políticos parecen coincidir en el final: no puede haber unas terceras elecciones" , en este punto parece evidente que Felipe se equivoca, claro que puede haber una repetición de las elecciones, otra cosa es que al PSOE no le convenga.

En su artículo recurre a los tópicos de siempre. El texto cumple todos los requisitos para ser utilizado en un mitin. No dice nada que no estemos ya cansados de escuchar. Si hace poco abogaba públicamente por una "gran coalición", ahora la desaconseja, casi diríamos que la prohíbe, Ahora lo que Felipe quiere imponer al PSOE es que facilite la investidura de Rajoy, y no solo eso, además pide que se haga de tal forma que permita la constitución de un gobierno del PP lo más estable posible.

De los partidos del cambio Felipe ni habla. Parece que para él no existen, a pesar de que están situados en votos a solo un punto y medio del PSOE. Eso sí, habla, y mucho, de Ciudadanos colocando al partido de Rivera como fuerza aglutinadora y garante de un gobierno capaz y duradero.  

Estamos ante el eterno enfrentamiento entre el PSOE y el PCE, el tema viene de lejos, nos tendríamos que remontar a 1938. Los comunistas, con Negrin a la cabeza, se negaban a una rendición ante los fascistas y eran partidarios de resistir en espera de una intervención europea. Recordemos que el quince de marzo de 1939 tropas alemanas y húngaras atraviesan la frontera de Checoeslovaquia con 200.000 soldados integrados en tres cuerpos de ejército, y desde España empieza a tomar más fuerza que nunca la esperanza de que la ayuda internacional a la República se materialice de forma rápida. Sin embargo el PSOE, con Besteiro a la cabeza, apoyaba incondicionalmente la propuesta del golpista Casado de entregar las armas a Franco a cambio de una paz digna para los republicanos. Una paz digna que Franco nunca tuvo ni la más mínima intención de aceptar. Franco contestó a Casado enviando una nota en la que decía que no estaba dispuesto a que acudieran a Burgos los mandos superiores enemigos  y además le recordaba a Casado que "sólo aceptaba la rendición sin condiciones"

Ahora Felipe le dice al PSOE, que entregue las armas, que acepte la derrota, que no hay otra solución posible que un gobierno del PP, que negociando se pueden conseguir algunas reivindicaciones. Descarta, ni siquiera contempla, un frente de izquierdas que permita desalojar a Rajoy y a los suyos del poder, y así comenzar una nueva etapa política dirigida a la recuperación de los derechos y libertades que Rajoy nos ha quitado, una nueva etapa que además permita, de una vez por todas, levantar todas y cada una de las alfombras que esconden la corrupción del Partido Popular y.....la del PSOE.

Dicen que esta última campaña ha sido "la campaña del miedo", y quienes lo afirman tienen razón, el miedo de la derecha y del PSOE a que gobierne la izquierda, y ambos por los mismos motivos: el miedo a perder sus privilegios.

O mucho me equivoco o no habrá este año nuevas elecciones, seguiremos igual o peor que estos último cinco años, y en parte gracias a Gonzalez y a sus acólitos,  Leguina, Corcuera y compañia. 

A Pedro Sánchez le utilizarán para que se coma el marrón, y luego, no a mucho tardar, le mandarán a su casa,  le dirán eso de "questo non è personale, è una questione di affari, di famiglia"


Benito Sacaluga.




2 de julio de 2016

EL FIN DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA VISTA POR UN ANARQUISTA EN 1940



Diego Abad de Santillán en 1949
Imagen: Muckracker
(1) Ha terminado la guerra española, gracias a la poderosa ayuda ítalo-alemana prestada a nuestros enemigos, en hombres y en material bélico, y gracias también a la complacencia criminal de los llamados Gobiernos democráticos, autores de la farsa inicua de la no-intervención. Ha terminado la guerra española, pero el mundo, que nos aisló de toda posibilidad de lucha con pretextos fútiles y cálculos falsos, tiene ahora que pagar los platos rotos de la nueva hecatombe.

Burgueses y proletarios de todos los países estuvieron unidos en la cómoda interpretación de que nuestra guerra sólo a nosotros, beligerantes, nos incumbía. Cuando no cometieron el gravísimo delito de ayudar a nuestros enemigos — el paraíso del proletariado, Rusia, enviaba a Italia la nafta con que la aviación fascista nos bombardeaba, destruyendo ciudades y masacrando poblaciones civiles —, bloqueándonos a nosotros hasta hacernos sucumbir. Francia e Inglaterra se encuentran por eso ante la realidad que les habíamos señalado tantas veces como inevitable. ¡No intervención o intervención unilateral a favor de los facciosos! Tal ha sido la posición ante la cual nos hemos estrellado.

El fracaso del fascismo en España era el primer peldaño del derrumbe del fascismo en Europa y en el mundo. Comprendemos la trágica situación de Inglaterra, que ha sostenido al fascismo italiano desde que comenzó a despuntar como instrumento liberticida, puesta ante la obligación, atendiendo al propio interés, de ayudar al antifascismo español. Los acontecimientos que estamos viviendo nos muestran que optó a favor de Italia y contra nuestra España, contra esa España a la que en 1808 creyó de su deber auxiliar en su lucha contra Napoleón, y lo hizo esta vez en propio daño.

Si en la presente contienda bélica salen airosos los aliados franco-británicos, habrán tenido que satisfacer, previamente, la deuda contraída con su actitud ante nuestra guerra. ¡No hay plazo que no se cumpla!

Terminó la lucha en España como no hubiéramos deseado que terminara, pero como habíamos previsto que terminaría si no se operaban determinados cambios en la dirección y en la política de la guerra: con una catástrofe militar — por derrumbamiento de los frentes y de la retaguardia — y con una bacanal sangrienta a costa de los vencidos. Dos libros informan sobre esa fase final: uno del coronel Segismundo Casado, “The last Days of Madrid”, y el otro de J. García Pradas: “Cómo terminó la guerra en España”. Confirman ambos, punto por punto, desde su escenario de acción en la región del Centro, lo que nosotros hemos querido reflejar a través de lo observado en Cataluña. La misma intervención funesta de los emisarios rusos y de sus aliados españoles, tan blandos y accesibles a la corrupción, los mismos crímenes contra el pueblo, la misma conspiración contra España, la misma descomposición moral por obra de una política que no tenía más alcances que el predominio de partido en el aparato de Estado.

De las tres causas que nosotros señalamos como causantes fundamentales de nuestra derrota: a) la política franco-británica de la no intervención... unilateral; b) la intervención rusa en nuestras cosas; c) la patología centralista del Gobierno ambulante de Madrid-Valencia-Barcelona-Figueras, sólo en este tercer aspecto señala nuestro relato una variante esencial.

Pero esos dos volúmenes sobre el final de nuestra guerra, nos eximen de referirnos a acontecimientos en los que no hemos tomado parte — y no por falta de deseo o de identificación con ellos — y de describir ambientes en los que no hemos vivido.

Nos consideramos ya fuera de combate por la derrota y por haber descubierto más de lo que convenía el velo de la clandestinidad en que se había desarrollado siempre nuestro movimiento. Por eso podemos hablar del pasado y sostener que, en lo sucesivo, cada cual cargará con la responsabilidad que le quepa en la tragedia de España. Nosotros hacemos bastante con cargar con la propia.

Representábamos la más vieja organización de tipo político-social de la España moderna. La Federación Anarquista Ibérica es la misma Alianza de la Democracia Socialista fundada en 1868 en Madrid y en Barcelona y extendida luego por toda la Península, incluso Portugal. Núcleo íntimo de propaganda, de organización obrera y de lucha, todavía sigue preocupando a los vencedores su liquidación, al comprobar por múltiples signos cotidianos que ni el terror ni los fusilamientos han logrado hacerlo desaparecer. El desenlace de la guerra ha puesto a muchos millares y millares de nosotros, vencidos, fuera de combate. Pero con nuestra exclusión no está asegurado el desarraigo de nuestro movimiento. Otros han ocupado ya el puesto de los caídos y de los supervivientes en el exilio, supervivientes que equivalen igualmente a bajas definitivas, porque una supervivencia fuera de nuestro clima geográfico, político y social equivale a la muerte. Para reanudar la historia española no hay más que un terreno propicio: ¡España!

A ese movimiento clandestino de recia contextura combativa y moral se debe la orientación, el desarrollo y la defensa de las organizaciones obreras revolucionarias de España, sus luchas heroicas, su resistencia inigualada a todos los métodos de la inquisición política de derechas y de izquierdas, sin interrupción desde la turbia época. de Sagasta. ¡Cuántos negros períodos de amargura desde entonces! ¡Cuántas generaciones de militantes aplastadas en esa brega! Le tocó ahora a nuestra generación caer. Y ha caído en su ley. Por eso resurgirá, y está resurgiendo ya, la misma veta roja de nuestra historia y se continuará la batalla por la justicia. ¿Qué puede importar a nadie que no seamos ya soldados de esa cruzada?

La acción progresiva y justiciera de casi tres cuartos de siglo ha pesado considerablemente en el desarrollo de la moderna historia española. En más de una ocasión, frustrados los otros medios posibles, los de la propaganda y la presión sindical, simple, fue preciso recurrir a procedimientos más enérgicos y expeditivos. Torturadores y verdugos del pueblo eran perseguidos siempre por la sombra de la acción vengadora anónima. Algunos hechos individuales de represalia y algunas insurrecciones armadas, las últimas, en diciembre y enero de 1933 y en octubre de 1934 contra la exótica República misma, y el funcionamiento invisible, pero permanente, de nuestros grupos dispersos en todos los ambientes, han hecho hablar mucho de nosotros, tejiendo una leyenda y un mito. Ese mito y esa leyenda se vió en Julio de 1936 que correspondían en buena parte a la realidad en ciertos aspectos.

Fuera de la cooperación apasionada del socialismo revolucionario, madrileño, con el que compartimos el triunfo sobre la militarada en la capital de España, en el resto de las regiones donde los militares fueron derrotados, el esfuerzo fue casi exclusivamente nuestro. Y no se ha triunfado en toda España porque nuestra gente carecía de armamento y el Gobierno de la República había prevenido el 18 de julio a los Gobernadores civiles para que no entregasen armas al pueblo.

A fines de 1937 figuraban en nuestras filas 154.000 inscritos. Eran menos, es verdad, antes de la guerra, pero su influencia alcanzaba a millones de trabajadores industriales y de campesinos. Muchas veces partidos y organizaciones de izquierda se creían directores de acontecimientos de que no eran más que juguetes, dóciles a un ambiente que habíamos preparado para dar un paso más en la senda del progreso económico, político y social del país. Hemos mencionado, por ejemplo, cual ha sido la causa de que hayamos arrojado en 1933 del poder a las izquierdas, y cuales fueron los motivos que, en febrero de 1936, nos movieron a devolvérselo.

Podemos ahora hablar de muchas cosas que nos atribuyen sin razón, y de las que no nos atribuyen, porque se ignora cuales han sido sus fuentes y determinantes.

Ningún Partido de los que se disputaban el Parlamento o el Gobierno tenía una organización tan sólida como la nuestra, ni tanta fuerza numérica y tanto arraigo en el pueblo, a cuyos intereses y aspiraciones hemos permanecido y permanecemos fieles. Por fidelidad a ese pueblo, que no a su Gobierno, hemos pretendido hasta la última hora entrar plenamente en juego, a nuestro modo, y no se nos ha consentido.

Nunca habíamos tenido contacto ni vinculaciones con ninguna otra fuerza organizada, fuera de la Confederación Nacional del Trabajo, nombre nuevo, que sólo data de 1911, de la vieja organización obrera sostenida desde 1869 por nuestro movimiento. Cuando estalló la guerra como resultado de nuestro triunfo sobre una serie de guarniciones del ejército sublevado, creimos necesario dar públicamente la cara y coordinar el máximo de voluntades en torno a la contienda que se iniciaba. Se nos acusa por algunos de haber pensado más en la guerra que en la revolución. No teníamos mas posibilidades de instaurar y asegurar una nueva organización económica y social que triunfando en la guerra. ¿Dónde se quería que hiciésemos una revolución si el territorio estaba en manos del enemigo en su mayor parte? ¿Es que se hacen revoluciones sociales en las nubes? No hemos triunfado, hemos perdido el terreno sobre el cual una gran transformación económica y social era posible, porque obreros y burgueses de todos los países coincidieron en sofocarnos, cruzándose de brazos o trabajando para nuestros enemigos. Y la revolución que se esperaba en España, de acuerdo al clima y a la preparación del pueblo llamado a realizarla, no según cartabones dogmáticos de partido, fue liquidada por quién sabe cuantos años.

El balance de la contienda iniciada el 19 de julio de 1936 y terminada como verdadera guerra internacional de España contra las potencias militaristas más agresivas de Europa, en abril de 1939, no se puede olvidar ni menospreciar. Sólo pueden acusarnos y pedirnos cuentas y aleccionarnos los que estén dispuestos a imitar aquella epopeya y a pagar por sus ideales el mismo precio que han pagado los revolucionarios españoles por los suyos. Hubo no menos de dos millones de muertos de ambos bandos, y hubo más de cien mil fusilados y asesinados en España después del triunfo fascista. Y se añaden a esas cifras un millón de prisioneros en los campos de concentración españoles y medio millón de refugiados en los campos de concentración de Francia y Norte de Africa, calculando en 60.000 la cifra de los que murieron en el éxodo y en el exilio de hambre, de frío y de tristeza.

Esas cifras dicen algo de la epopeya popular más grandiosa de los tiempos modernos. Ni siquiera la derrota disminuye su gloria y su trascendencia histórica. Esos cadáveres abonan la vitalidad de la España eterna, que resucitará de sus cenizas, más pujante e invencible que nunca.

El valeroso Gobierno de la victoria, hechura de Moscú, disponía en el extranjero de ingentes recursos financieros como para atender a las víctimas del éxodo gigantesco. Pero lo mismo que nosotros no hemos logrado en España, desde el Frente popular, que se rindiese cuentas de la situación de nuestra hacienda, tampoco se logró en el extranjero, en la entelequia de la Diputación permanente de las Cortes, reunida en París, que los aprovechados atracadores del tesoro nacional, diesen la menor explicación de sus dilapidaciones. Algo vino a saberse más allá de los círculos íntimos, por la separación ruidosa de Prieto y Negrín, cada uno de los cuales alegaba derechos a administrar el botín de la guerra en provecho propio y de sus amigos y cómplices. Pero la luz queda por hacer.

A la atribulación del fracaso, uno de cuyos factores fue la política de la intervención rusa en España, quizás ya en buen acuerdo con la Alemania hitleriana, se une para las grandes masas la comprobación del engaño en que han vivido y luchado y el descubrimiento de la catadura moral de los dirigentes y usufructuarios de nuestra guerra. El mito de la resistencia con pan o sin pan, con armas o sin ellas, era sólo la ambición de disfrutar después del desastre, solos, del botín logrado con nuestra derrota, que era su victoria.

Y con esos millones de la España despojada y escarnecida, se comprarán conciencias y plumas que, por encima de tanta tragedia y de tanta suciedad, elevarán a los afortunados un pedestal de héroes. También se quiere llegar a eso. Alguien ha escrito y nosotros esperamos que así sea: “Quieren pasar a la historia en mármoles y bronces y han de contentarse con un estercolero”.

Sólo queda un héroe para hoy y para siempre, mártir y puro: el pueblo español. No podremos estar en lo sucesivo a su lado más que con nuestra simpatía y nuestro cariño. Es la única grandeza ante la cual nos descubrimos con respeto. Sólo nos avergüenza y nos intriga el hecho de que hayan podido salir de ese gran pueblo tantos traidores, en nombre de los más opuestos ideales.

Casi tres siglos duró el aplastamiento del espíritu ibérico después de la derrota de los comuneros de Castilla y de los agermanados de Valencia por el emperador Carlos V, y de la liquidación de las libertades de Aragón por Felipe II. ¿Quién podía figurarse que nuestro pueblo estuviese todavía vivo en 1808? En aquella gesta gloriosa de seis años volvió España a entrar en la Historia. Pero en 1823, el tirano abyecto Fernando VII, creador de escuelas de tauromaquia, logró imponer de nuevo su despotismo sobre ríos de sangre y martirios infinitos. Desde aquella época hasta julio de 1936, entre guerras civiles, rebeliones populares y períodos de cansancio y de agotamiento, un intervalo de poco más de un siglo, ¿cuántos profetas anunciaron la muerte de España? En 1936 se mostró nuestro pueblo otra vez tal como es, heroico en la lucha y genial en la reconstrucción económica y social, recuperando en pocos meses de libertad el propio ritmo. La derrota de 1939 durará más o menos; pero sólo a costa del exterminio total del pueblo  español podrá cambiar definitivamente el espíritu de ese gran pueblo y se logrará sofocar la esperanza de la nueva vida, de la nueva aurora. 

Buenos Aires, 5 abril 1940.


(1) Por qué perdimos la guerra. Capitulo XV. Sinesio Baudilio García Fernández. (Diego Abad de Santillán) 

Reseña biográfica del autor: Reyero (León). (1897-1983). Militante anarquista y escritor, figura destacada del movimiento anarcosindicalista en España y en Argentina. Secretario del Comité Peninsular de la Federación Anarquista Ibérica (FAI). Consejero de economía de la Generalidad de Cataluña. Integrante del  Comité Nacional del Frente Popular Antifascista, surgido del pacto entre los sindicatos UGT y CNT. Tras la derrota de la República, marchó a Argentina. En 1977 regresó a España. Renunció a la paga de jubilación como exconsejero de economía de la Generalitat de Catalunya. Falleció en la residencia de ancianos de los Hogares Mundet del barrio de Horta de Barcelona. 



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