9 de junio de 2014

A GOLPE DE SABLES Y VOTOS




Hace más 194 años, en enero de 1820, el teniente coronel Riego obligó al felón Fernando VII a restablecer la Constitución española que había derogado seis años antes. El borbón no tuvo más remedio que acceder a lo propuesto por Riego al mismo tiempo que lanzaba la frase: “Marchemos todos unidos y yo el primero por la senda de la constitución”. Nada más decirlo comenzó a conspirar contra la libertad y la democracia y no dejó de hacerlo hasta que tres años más tarde y con la inestimable ayuda de los Cien Mil Hijos de San Luis restauró el absolutismo. Trece años más tarde en 1836, la rebelión de los sargentos de la guarnición y de la guardia real de La Granja (Motín de la Granja de San Ildefonso) impuso a la regente María Cristina la vuelta a la Constitución de 1812. 

Después de 18 años de gobierno moderado los generales Leopoldo O´Donnell (General Jefe del ejercito constitucional) y Domingo Dulce  llevan a cabo en 1854 el golpe militar conocido como “La Vicalvarada”. Un joven Canovas del Castillo redacta lo que fue el Manifiesto de Manzanares, un documento que firma el general O’Donnell (Conde de Lucena) que pretende consolidar el poder militar y llama a los españoles pidiendo la continuidad del Trono, pero sin camarillas que lo deshonren, al mismo tiempo que se hace un guiño a los progresistas prometiendo mejorar la ley electoral y la de imprenta, y rebajar los impuestos dentro del proyecto de una reforma constituyente:

“Nosotros queremos la conservación del trono, pero sin camarilla que lo deshonre; queremos la práctica rigurosa de las leyes fundamentales, mejorándolas, sobre todo la electoral y la de imprenta; queremos la rebaja de los impuestos, fundada en una estricta economía; queremos que se respeten en los empleos militares y civiles la antigüedad y los merecimientos; queremos arrancar los pueblos a la centralización que los devora, dándoles la independencia local necesaria para que conserven y aumenten sus intereses propios, y como garantía de todo esto queremos y plantearemos, bajo sólidas bases, la Milicia Nacional. Tales son nuestros intentos, que expresamos francamente, sin imponerlos por eso a la nación”.

En septiembre de 1868, la sublevación de la escuadra en Cádiz al mando del almirante Topete (la Gloriosa) obligó a la reina Isabel II a cruzar la frontera rumbo al exilio, inaugurándose la etapa del Sexenio Revolucionario. En enero de 1874, la entrada de Pavía en las Cortes, donde se votaba una moción de censura contra el presidente Emilio Castelar, condujo al final de la primera etapa republicana. A finales de ese año, la restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII vino precedida del pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto.

España llega al siglo XX pero las asonadas militares no cesan. En septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, Marqués de Estella y Grande de España, un gaditano que es entonces capitán general de Cataluña, da un golpe de mano autorizado por Alfonso XIII y España se somete a una dictadura militar de casi siete años. El rey la apoya y mantiene.

Siete años de dictadura que presencian la sublevación en Jaca (1930), a favor de la República, de los capitanes Fermín Galán Rodríguez y Ángel García Hernández, capitanes que sin más son condenados a muerte.

Ya con la II República instaurada en 1931 el general Sanjurjo  En el verano de 1932, se subleva en Sevilla contra la II República el general Sanjurjo, marqués del Rif. Sus motivos : oposición a las reformas militares de Azaña y al Estatuto de Autonomía de Cataluña que se estaba debatiendo en las Cortes. Golpe conocido popularmente como “la Sanjurjada”. Tras ser detenido y encarcelado, finalmente le fue conmutada la pena de muerte y durante el gobierno de la derecha (CEDA) logró la excarcelación, exiliándose en el vecino Portugal, para desde allí implicarse decisivamente en el Golpe de Estado de julio de 1936, hasta tal punto de que él debía ser el comandante en jefe del bando sublevado. Dos días después de iniciada la sublevación en África cuando se disponía a trasladarse en avión a la zona sublevada para tomar el mando sufrió un “accidente” durante el despegue de la avioneta y murió.

Como sangriento colofón a tanta exhibición de sables en julio de 1936, Franco se subleva contra la República junto a los generales Mola, Saliquet, Goded y Queipo de Llano y mete a España en una guerra de tres años seguida de cuarenta años de dictadura.

Muerto el dictador tenemos que avanzar hasta 1981 para que el ruido de sables invite a nuevos militares golpistas a realizar un nuevo golpe de estado militar, golpe que fracasó, de cuyos autores “intelectuales” aún hoy existen dudas razonables sobre su identidad y número y que sirvió para afianzar la figura de Juan Carlos I, sin duda el gran beneficiado aunque fuese de rebote. Pero no solo la monarquía salió beneficiada. El “golpe” legitimó la entrada de España en la OTAN y colapsó las pretensiones nacionalistas con la aprobación de la Ley de Armonización del Proceso Autonómico y la escandalosa ley de partidos políticos, principal causante del bipartidismo que hoy está instaurado en España. 

Consecuencia directa de ese intento de golpe fue también el reforzamiento del Ejército como garante de la unidad de España, eliminando de paso cualquier opción de debate federalista. Por otro lado la impunidad de los crímenes franquistas quedaba garantizada. 

Golpes de estado, reyes objeto, reyes absolutistas, militares gobernando, repúblicas, dictaduras, todas de la mano de militares sin escrúpulos durante tantos años. Hoy se hace de otra forma.

Hoy, desgraciadamente, estamos asistiendo a un nuevo golpe de estado, no ejercido con el filo de los sables, un golpe que se lleva a cabo con el secuestro de los votos depositados confiadamente por los españoles. Una maniobra política de gran calado pergeñada por el Partido Popular, el PSOE, la Casa Real y los poderes económicos con la ayuda de los medios de comunicación. La abdicación de Juan Carlos I es el primer capitulo del plan. La introducción de Felipe como rey el segundo. Después vendrá una reforma de la Constitución destinada a consolidar a la monarquía y al bipartidismo y a relegar a la izquierda política española al gallinero del Congreso y a la social a su explotación por las empresas o al paro. El PSOE, tal y como afirma Julio Anguita, persigue convertirse en algo parecido al partido demócrata estadounidense situándose en una eterna y garantizada alternancia sin importarle lo más mínimo no ya sus ideales, sino el respeto debido a sus militantes, simpatizantes y lo que es más grave a sus votantes. 

Por otro lado no debemos olvidar las recientes declaraciones de Felipe González. Es perfectamente previsible que en las próximas generales el PP o el PSOE, necesiten alianzas para poder gobernar, la mayoría absoluta está descartada. Decía el líder del PSOE que ante una situación de extrema gravedad sería necesaria una coalición PP-PSOE, y nadie duda que para Felipe y para el PSOE cualquier intento o posibilidad de la abolición de la monarquía es una situación de extrema gravedad.

Ante este nuevo golpe de estado en curso solo existe un antídoto y ese antídoto es la unidad de la izquierda dentro de un proyecto en el que sus principios ideológicos sean respetados íntegramente. Desgraciadamente esa unidad hoy no existe y tampoco parece ser que vaya a ser fácil de lograr. Tampoco el discurso de IU parece coherente y hace que se levanten sospechas sobre si su permanencia en el “sistema” es un tema prioritario a su supuesto republicanismo.

El conocimiento del texto de la enmienda a la totalidad sobre la ley orgánica que permitirá la subida al trono del heredero de Juan Carlos I, enmienda que IU presentará en la Mesa del Congreso contiene una afirmación que chirría a los oídos de cualquier republicano:

“IU reconoce la legitimidad de la monarquía a través de la constitución de 1978, y su utilidad estos años pese a las circunstancias excepcionales de entonces”.

Un reconocimiento inaceptable que le hermana con el PSOE, una forma inaceptable de nadar y guardar la ropa que debe ser corregida de inmediato si no quieren convertirse en una coalición residual.

Benito Sacaluga




Fuentes consultadas:
*Diego Jiménez. La opinión de Murcia.
*Cualquier enciclopedia que se precie de serlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario